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Haba estado orgulloso de pasear por la calle, de entrar en un lugar pblico, consciente de
que todos los ojos estaban fijos en m.
Apart todo aquello de mi mente. La reja estaba en el surco, mi mano en el arado; no
poda volverme atrs. Tena que seguir hasta que venciramos o hasta que furamos
quemados por traición.
Descubr a Zeb mirndome irónicamente.
- Ests asustado, Johnnie?
- No. Pero an no me he adaptado. Las cosas han ido muy aprisa.
- Lo s. Bueno, podemos dejar de pensar en la paga del retiro, y nuestro nmero de
promoción en West Point ya no tiene importancia. - Se quitó el anillo de la Academia, lo
lanzó al aire, lo atrapó y se lo metió en el bolsillo -. Pero hay un trabajo que hacer,
muchacho, y descubrirs que es tambin un trabajo militar... autnticamente militar.
Personalmente, yo ya estaba harto de tanto limpiar y pulir, y no me importa no volver a or
nunca ms las arengas y el Oficiales, firmes!, y el Centinela, qu hay de nuevo?.
La hermandad har mejor uso de nuestros talentos... y eso es lo que realmente importa.
El Maestro Peter van Eyck vino a verme un par de das ms tarde. Se sentó al borde de
mi cama y cruzó las manos sobre su abdomen mientras me miraba.
- Te sientes mejor, hijo?
- Podra levantarme si el mdico me dejara.
- Estupendo. Estamos escasos de gente; cuanto menos tiempo pase un oficial
entrenado en la lista de los enfermos, mejor. - Hizo una pausa y se mordisqueó el labio -.
Pero no s exactamente qu hacer contigo.
- En? Seor?
- Francamente, en primer lugar, t nunca hubieras debido ser admitido en la Orden...
una misión militar nunca debe mezclarse con asuntos del corazón. Confunde las
motivaciones, ocasiona decisiones falsas. En segundo lugar, desde que te aceptamos,
hemos tenido que mostrar nuestra fuerza en acciones que, desde un punto de vista
estrictamente militar, nunca hubieran debido realizarse.
No respond; no haba ninguna respuesta... tena razón. Mi rostro ardió abochornado.
- No enrojezcas por ello - aadió bondadosamente -. Por otro lado, es bueno para la
moral de los hermanos alguna acción militar de tanto en tanto. El asunto es, qu hacer
contigo? Eres un chico resistente, aguantaste bien, pero... comprendes realmente los
ideales de libertad y dignidad humanas por los cuales luchamos?
- Maestro... quiz mi cerebro no sea muy brillante, y el Seor sabe que es cierto qu
nunca he pensado mucho en poltica. Pero s del lado que estoy!
Asintió.
- Eso es suficiente. No podemos esperar que cada hombre sea su propio Tom Paine.
- Su propio qu?
- Thomas Paine. Pero por supuesto no habrs odo hablar nunca de l. Bscalo en
nuestra biblioteca cuando tengas ocasión. Es algo muy inspirador. Pero volvamos a tu
destino. Sera muy fcil ponerte en algn trabajo burocrtico aqu... tu amigo Zebadiah ha
estado trabajando diecisis horas diarias intentando poner un poco de orden en nuestro
sistema de archivo. Pero no puedo desperdiciaros en trabajos de oficina. Cul es tu
materia preferida, tu especialidad?
- No s, seor, an no he ejercido ninguna.
- Entiendo. Pero, cul era tu fuerte? Cómo te desenvolvas en aplicación de milagros
y en psicologa de masas?
- Era bastante bueno en milagros, pero me temo que demasiado torpe en
psicodinmica. Mi materia ms fuerte era la balstica.
- Bueno, no podemos tenerlo todo. Necesitaba un tcnico en moral y propaganda, pero
si no puedes, no puedes.
- Zeb era el nmero uno en su clase en psicologa de masas, Maestro. El comandante
lo apremiaba para que entrara en el sacerdocio.
- Lo s y lo utilizaremos, pero no aqu. Est demasiado interesado en la Hermana
Magdalene; no quiero que las parejas trabajen juntas. Eso puede distorsionar sus juicios.
En cuanto a ti, me pregunto si no haras un buen asesino.
Lo dijo seriamente, pero como sin darle casi importancia; me costó trabajo creerle.
Siempre haba pensado, y lo haba dado por seguro, que el asesinato era uno de los
pecados innombrables, como el incesto o la blasfemia. Salt:
- Los hermanos utilizan el asesinato?
- En? Por qu no? - Van Eyck estudió mi rostro -. Oh, lo haba olvidado. John,
mataras al Gran Inquisidor si tuvieras la oportunidad?
- Bueno... s, por supuesto. Pero me gustara hacerlo en una pelea abierta.
- Crees que alguna vez se te presentara esa oportunidad? Ahora supongamos que
nos hallamos en el da en que la Hermana Judith fue arrestada por l. Supongamos que
t podras detenerlo matndolo... pero tan sólo si lo envenenaras, o lo apualaras por la
espalda. Qu es lo que haras?
- Lo matara! - respond fieramente.
- Sentiras alguna vergenza, alguna culpa?
- Ninguna!
- Aja. Pero l es tan sólo uno entre muchos en esa maldad. El hombre que come carne
no puede burlarse del carnicero... y cada obispo, cada ministro de Estado, cada hombre
que se beneficia de esta tirana, y as hasta el propio Profeta, es un cómplice ante el
hecho de cada asesinato cometido por los inquisidores. El hombre que perdona un
pecado porque disfruta del resultado de ese pecado es tambin culpable del mismo. Lo
entiendes?
A duras penas, porque lo que yo haba aprendido era la doctrina ortodoxa. Me senta [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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